Viví anhelando tu mirada,
noche y día en dulce confianza,
en andina alborada,
te vi en lontananza, cual
estrella de bienaventuranza.
Hoy vivo de ti enamorada,
mi barro destila tu fragancia,
en noche constelada
llenas mí existencia
después de tantos años de ausencia.
Al fin tu mirada, aquí,
respira la emoción, sin rechazo,
eres fuego en mi,
incendias cada retazo,
de mi piel con tu abrazo.
Transito dentro de ti,
monte que cada noche quemas,
es alma en frenesí,
amor me doy entera,
te entrego mi vida, mis hojas secas.
ADELA MENDO FLORES
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